Vaya por delante que, no siempre es posible ni siempre es la mejor solución para resolver problemas de financiación. No todos los proyectos sociales son susceptibles de generar valor suficiente para convertirse en un modelo de negocio rentable ni todas las organizaciones son capaces de tolerar los cambios que conlleva incluir un modelo generador de beneficios en su organización.

emprender 3Lo primero a realizar es un análisis de la propuesta de valor de la organización y determinar si la entidad puede partiendo de ella,  generar una propuesta  específica que aporte valor suficiente como para que una parte del mercado o de la sociedad esté dispuesto a pagar por ella. Por otro lado, no siempre es posible generar un negocio viable desde cero dirigido al mercado en general, y en ocasiones, tampoco es la mejor solución, es mejor partir desde los activos de la entidad: su know how, el cambio que genera,  los sectores en los que impacta…. En unos casos el mercado será local y en otros será general.

Hemos visto como algunas organizaciones no lucrativas pensaban que sólo por el hecho de montar un negocio, especialmente si es una entidad que genera beneficio social, éste va a funcionar, porque es de derecho que lo haga. No hay que olvidar que estamos entrando en un mercado donde existe competencia, clientes y necesidades y si nuestro producto o servicio no es capaz de  resolver la necesidad de los clientes a los que se dirige y hacerlo diferenciándose y aportando valor, el negocio no funcionará por mucho valor social que conlleven nuestra misión y proyectos como entidad. Si estamos montando una empresa social con ese criterio, estaremos trasladando el modo habitual de conseguir financiación a un mercado que se rige por otros parámetros y será un absoluto fracaso. Algunas organizaciones ya están descubriendo el error de hacerlo así.

El segundo punto importante es establecer como la entidad va a “tolerar” los cambios que va a implicar integrar los conceptos de resultados, competencia y beneficio en la estructura y valores de la organización. No hay que olvidar que cuando generamos una empresa social, esta es social pero también es  empresa lo que requiere que genere beneficios y para ello se debe trabajar de otra manera.

El tercer punto es establecer los recursos de los que se dispone,  los que se necesitan y  el coste de los mismos.

Para el primer punto, un análisis de propuesta de valor y modelo de negocio puede ayudar a convertir el proyecto social en una empresa social viable, muchos ejemplos actuales muestran la practicidad de hacerlo así.

Para el segundo, es recomendable un análisis de la entidad en términos de misión y valores y de cómo puede encajar mejor el cambio en la entidad y el mejor modo de organizar internamente la nueva estructura. Lo que aunque a priori pueda parecer imposible, compatibilizar ambos mundos, la realidad nos muestra que es posible, compatible y viable.

Finalmente, una valoración sobre los recursos y fortalezas disponibles y el coste de los necesarios nos ayudará a concretar la viabilidad final.

Una vez realizados ambos análisis, si es posible,  pasamos a desarrollar un modelo de negocio que permita llevar esa propuesta de valor a los clientes y a adecuar nuestras estructuras internas al cambio que supone.

Las maneras más comunes de establecer modelos de negocio surgen desde dos enfoques diferentes. El primero se basa en establecer un modelo de negocio standard, más o menos relacionado con la entidad (organización asociada, una división de la entidad….), que nutre con sus beneficios a un colectivo socialmente vulnerable. El colectivo beneficiario puede ser parte o no del negocio ejemplos de este enfoque son ONCE o La Fageda.

La segunda implica conseguir que un proyecto social en marcha sea capaz de generar un servicio o producto por sí mismo, que le aporte un valor a la sociedad o a un grupo o comunidad por el que esté dispuesto a pagar como los CET o el proyecto de turismo académico y responsable de la organización Jane Goodall.

La transformación es viable y funciona, y hay muchos ejemplos, en nuestro país y fuera, que nos lo muestran. Pero ésta no puede ser hecha de cualquier modo o enfocada desde un criterio ingenuo sobre cómo funciona el mercado.

Es posible emprender socialmente, pero hay que hacerlo aprendiendo a ver más allá de nosotros (outside the box) y hacerlo de un modo profesional que aporte garantías para que el negocio sea tan viable como el proyecto social que subyace.