A Mauro le despidieron de un modo injusto hace ya casi un año. Su perfil es amplio, ha desempeñado puestos de dirección en varias empresas, es un hábil directivo, responsable, dinámico, negociador competente y tenaz en la consecución de resultados, pero no encuentra trabajo… Tiene 55 años.

Podría ser un cuento, pero es una realidad que viven muchos hombres y mujeres eliminados de los procesos de selección por algo que no pueden evitar y que no merma para nada su capacidad y competencia y que si me apuran, les dota de una mayor capacidad de respuesta por puro bagaje de experiencia: la edad.

Al parecer, y digo al parecer por que es una ley no escrita que se aplica aunque nadie reconocería que te descarta por eso, cuando uno supera una determinada edad, a su perfil le ocurre algo que no le ocurría un año antes y que lo convierte en “no deseable” para las estructuras de una organización, en una especie de hombre del saco profesional.

Todo el bagaje, la experiencia, los conocimientos y las competencias adquiridas y desarrolladas en el tiempo se vuelven opacas y son sustituidos en el perfil por una serie de prejuicios asociados a la edad:  falta de flexibilidad y adaptación a situaciones nuevas, desactualización tecnológica, falta de dinamismo e ilusión, riesgos de bajo rendimiento o baja implicación y todo ello por el simple hecho de tener una edad concreta que convierte a un profesional competente en una especie de artrítico mental, como si todo este baúl repleto de armas profesionales que todos llevamos, se corrompiera o caducara con el tiempo.

Para ser sincero, debería decir que he visto casos de ese síndrome en personas mucho más jóvenes, lo que me lleva a pensar que o bien el síndrome es independiente de la edad o si me apuran, que es contagioso.

Caso extremo es el de las mujeres,  un colectivo ya afectado por otros prejuicios, si bien los hombres aparentemente tienen su límite en la frontera de los 50, para las mujeres la edad, de llamémosle caducidad profesional, se sitúa en los 40, y a esta edad su perfil sufre la misma consideración. Conocí a una persona que siempre me decía que siendo mujer, a los cuarenta te volvías invisible laboral y socialmente.

Lo curioso del tema es que se actúa como si fuera una zona de peligro,  de manera que acercarse al límite también tiene su riesgo. Así, no sólo estaríamos hablando de un límite, sino de una banda de riesgo, lo que amplía la zona de exclusión y en la medida que nos acercamos a esa edad, entramos en riesgo de que quien valora, empiece a pesar que sea también  un riesgo el fichaje y de este modo, la exclusión no comienza a la edad crítica mencionada, sino que uno entra en la zona de desafecto años antes.

El problema no es menor. La incapacidad de los sistemas sociales de sostener la jubilación a una determinada edad, hace que la frontera de jubilación se alargue, por lo que más colectivos entran en este riesgo de exclusión laboral y al ser un prejuicio, los incentivos a la contratación no funcionan tan bien como con otros colectivos.

Así pues tenemos un colectivo de personas altamente cualificadas, comprometidas dinámicas y con ganas de hacer muchas cosas pero incapaces de conseguir la oportunidad de hacerlo porque están, de facto, fuera del mercado laboral por un factor que no pueden controlar y que es una apreciación injusta sobre sus capacidades y competencia profesional.

¿Cuándo la experiencia dejó de ser un grado? ¿Deja uno de acumular experiencia por el paso del tiempo? ¿Ya no se aprende más después de una fecha? ¿El compromiso y la ilusión se pierden con la edad? ¿Podemos permitirnos desperdiciar toda esa experiencia y conocimiento? ¿Acaso el 15 M es un movimiento únicamente de jóvenes o neo hippies?

La ironía del tema es que si no lo remediamos, todos estaremos ahí tarde o temprano y que quien aplica el criterio como filtro se convertirá inexorablemente en incontratable a su vez, por algo que nadie puede evitar: el simple paso del tiempo.

La próxima vez que suban a un taxi, tomen un tiempo observando al conductor… puede que sea Mauro, y no se preocupen, que como las otras responsabilidades que desarrollaba, ésta también la hace realmente bien.